Este viernes tuvimos una reunión de dirección con Elena Castelló, la directora financiera de @kuombo. En dicha reunión nos comunicó una gran noticia: “estamos mayo y hemos conseguido los objetivos comerciales que nos habíamos marcado para todo el año“.
Esta noticia, que no deja de ser buena en cualquier empresa, en nuestro caso tiene un carácter muy especial por varios motivos.
El primero, porque hace 18 meses estuvimos a punto de perderlo todo por una serie de problemas que coincidieron en el tiempo y que conté en el post “Los peligros del hosting en el ecommerce“.
El segundo, porque a partir de aquél día se puso en marcha un plan para salvar la empresa. Un plan para convertirla en un estilo de vida, más que en un simple equipo de trabajo que vende servicios a clientes y los ejecuta. Y te preguntarás “¿qué rollo es eso de un estilo de vida?, una empresa es una empresa y punto”.
Pues en cierto modo sí, una empresa es una empresa y punto, pero después de haberte arruinado una vez, de volverte a levantar, de estar varios años construyendo algo nuevo y de ver que, por una serie de circunstancias, has estado a punto de perderlo todo de nuevo piensas “la vida no tiene que ser tan complicada y seguro que hay formas de hacer esto mejor“.
Recuerdo con mucho dolor aquellos días en los que la caja se nos caía sin ser capaces de hacer nada más que despedir a parte del equipo. De observar como otros que habían confiado en el proyecto se iban espantados al ver lo que ocurría.
Pero también recuerdo con mucho cariño cuando el resto de compañeros dijeron “aquí estamos para ayudar a levantar esto“, incluso amigos que por aquel entonces no estaban dentro y quisieron prestarnos su ayuda y aportar su granito de arena.
Aquí empezaba la transformación que tuvo lugar en varias fases que intentaré resumir.
Índice de este artículo
1) Limpieza y cambio personal. Los errores estaban en mi interior
Es lo primero que tuve que hacer, darme cuenta de lo que yo mismo estaba produciendo. Los resultados que estaba obteniendo eran la consecuencia de lo que mi actitud proyectaba. Irritabilidad, falta de capacidad para entender lo que estaba pasando, ninguna templanza para manejar la situación. Un desastre.
Necesitaba borrar la caché, cambiar mi actitud, conciliar el sueño y estar en paz conmigo mismo. Venían tiempos difíciles y necesitaba resolver un problema muy gordo. El objetivo era centrar mis energías en resolverlo sin perder las formas.
Muchas conversaciones y reuniones con mis socios Laura Castelló y Ricardo Carmona para encontrar apoyo y consenso estratégico que, por supuesto, como buenos socios me dieron. Sobre todo Laura que aparte de socia es mi pareja, madre de mi hijo y me aguanta todos los días después de cerrar la oficina jeje.
2) Una ración de Canvas. Sí, foco al problema y a la solución
Por aquél entonces ya llevábamos meses trabajando con la herramienta de Business Model Canvas, pero en nuestro caso lo teníamos algo mal enfocado. Así que le pedí al bueno de Javier Megias que se incorporase al proyecto y nos ayudase con su punto de vista.
Desde entonces no hemos parado de trabajar juntos y se ha forjado una gran amistad. Y sí, su visión y su experiencia nos ayudaron a ver más allá de nuestro ombligo y a localizar lo que mejor sabíamos hacer para potenciar el foco.
Sin duda una genial herramienta que ha servido para plasmar y compartir con todo el equipo la visión y la estrategia de la empresa. Nos ayudó a volver a nuestros orígenes más conceptuales, a encontrar lo mejor de nosotros mismos, individualmente y en equipo, y a descubrir a qué tipo de clientes realmente aportábamos valor para centrarnos en ellos.
El Canvas es únicamente una herramienta que sin reflexión y constante evolución no aporta nada. Eso es lo realmente interesante, trabajarla en equipo para fomentar esa reflexión. Por eso la recomendamos a nuestros clientes para que la utilicen en sus proyectos.
3) Plan financiero. Esto va de números globales, no solo de ventas
Una vez leí de Juan Luis Hortelano una frase que decía “tanto vendes, tanto vales“. En cierto modo estoy de acuerdo en que la venta, o mejor dicho el volumen de ventas, son importantes. Pero creo que aún lo es más si la venta está bien orientada a las capacidades productivas.
Me explicaré. Nosotros no teníamos un problema de ventas realmente. Se hacían clientes de todo tipo, más pequeños o más grandes, unos con servicios puntuales y otros con planes de seguimiento, unos de desarrollo y otros de marketing. Diferentes líneas de negocio separadas pero gestionadas y ejecutadas por el mismo equipo.
Y ahí estaba el problema. Es como un restaurante que tiene una carta muy grande pero poco optimizados los procedimientos de la cocina (esto lo aprendí del programa “Pesadilla en la cocina” jejeje). Entraban proyectos y nos poníamos a hacerlos sin un procedimiento interno claro. Muchos de ellos (como una vez que nos encargaron un plan de reputación online) no los habíamos hecho nunca y, aun sabiendo hacerlos, no teníamos desarrollados los pasos a seguir para obtener un producto de calidad con unos costes razonables.
Así que nuestro plan financiero era fácil.
- Saber qué costes teníamos.
- Valorar “eso” en lo que éramos realmente buenos.
- Cuantificar cuánto éramos capaces de producir con los recursos que teníamos.
- Y ponernos a vender un “menú” más controlado y sencillo.
Fuera servicios de poco valor y alto coste interno, fuera servicios en los que no estábamos especializados, fuera clientes a los que no podríamos aportar valor en equipo. Y a buscar foco.
Una excel sencilla, sin grandes pretensiones, para que fuera fácil empezar con grandes números y con un seguimiento semanal.
Aquí fue vital la figura de Elena. Ella controlaría los pequeños gastos, ya que los grandes se controlaban solos. Una revisión del plan de tesorería en reuniones de ventas y financieras semanales que asegurasen que todos dábamos los pasos correctos. Mucha comunicación entre ventas, finanzas y producción.
4) Un mejor diseño de gestión de procesos
Aquí fue fundamental el trabajo de Laura. Con el nuevo menú claro, el volumen de ventas controlado y las herramientas necesarias, ahora ella pondría armonía en la producción. Todas las fechas controladas, compromisos con los clientes, reuniones internas, entregables, etc, etc y muchos etc.
Algo que solo puede hacer bien alguien metódico, disciplinado y de máxima confianza. La sartén por el mango y, como decía la canción, “el mango también”.
5) Una vez limpio el interior tocaba cambiar el exterior
Igualmente como decían en “Pesadilla en la cocina“, una vez cambiada la actitud del dueño, limpiado el restaurante, cambiado el menú y probado que todo funcionaba, tocaba renovar la imagen.
Aquí fue casual, pero apareció Jesus Gallent, con un talento que nos hacía falta. Apareció como caído del cielo en el mejor momento, justo cuando más lo necesitábamos y con total disposición de ayudarnos. Eso si, había que hacerle caso, romper con nuestros miedos y ejecutar el cambio de marca y su plan de branding y comunicación tal y cómo lo él tenía en la cabeza.
Nos costó, por lo menos a mí, pero entendí que debía hacer caso a quien sabe más que yo y dejarme ayudar, sobre todo cuando lo estaba haciendo de buena fe sin que yo tuviera nada interesante que darle a cambio.
Al final ha resultado que él también ha sido absorbido por su creación y ahora es parte del equipo desde hace varios meses.
6) Financiación con las ventas. Cero endeudamiento para el circulante
Esto es lo que más me costó entender. Pensaba que no sería capaz de generar el flujo de caja suficiente como para seguir subsistiendo y me empeñé en pedir financiación bancaria o en buscar inversores. Estuve a punto de meterme en ello pero mis socios y compañeros se negaron. Me aconsejaron que no me metiera en préstamos para financiar el circulante y que no metiera más socios solo por dinero. El dinero tenía que salir de las propias ventas. Ni con financiación ni con inversores. Y con mucho coraje y fe así ocurrió.
Ventas acompañadas de una estricta política de cobros anticipados que asegurasen los ingresos y de un exhaustivo control de fechas de entrega de proyectos. Pero no iba a ser suficiente, necesitaría ayuda en la contención de costes. Así que todo el equipo aceptó aplazar sus nóminas hasta conseguir las ventas necesarias para volver a poner el motor en marcha.
Afortunadamente esto solo ocurrió durante un mes. El resto todo fue volviendo a la normalidad.
7) Equipo, talento, formación y espíritu. Un cloud emocional
Fue una época dura pero apasionante. Ver como todo cambiaba y todo sucedía. Ver que todo el equipo se fundía en unos objetivos claros; la nueva visión de empresa y el nuevo proyecto, ser consciente de que todos éramos más fuertes juntos que cualquiera por separado.
Y nació Kuombo, como una mariposa salida de la crisálida de algo anticuado llamado Logocomunica. Y entonces surgió algo más que una empresa, surgió un estilo de vida.
Un equipo, un gran equipo, con un plan, unos objetivos, una coordinación y un plan formativo.
Un lema, “pasión ecommerce” y un reto, ser un poco mejores cada día, juntos y por separado.
Yo creo que todo lo que nos pasó nos sirvió para sentir más ese espíritu que diferencia a una empresa de una familia.
Una familia formada, aparte de por los ya mencionados, por Eva Marí, Asia Castelló, Mariaje Barranco, Sandra Pérez, Diego Mestre, Javi Cerdá, Carlos Faria y Adrián Herreros.
Una familia a la que luego se sumaron muchos más como Blanca Díez, Sandra Villanueva, Manoli Martinez, Loles Castelló, Oliver Montes y Jose Ruzafa.
Además otros amigos nos empezaron a acompañar en el viaje, Paco Colomer, Javier Nogueroles y Raúl Ortíz. Desde cierta distancia pero muy unidos.
Y muchas ganas de que las cosas ocurran. Nada sucede por casualidad. Las cosas que queremos que sucedan hay que buscarlas, perseguirlas y desearlas con mucha fuerza.
Ese estilo de vida con el que abría el post se basa en tratar a la gente como lo que es, profesionales apasionados por su trabajo, con ganas mejorar, con ganas de aprender, con ganas de darlo todo y de participar de un proyecto común que aporte valor al cliente y le haga integrarse con nosotros.
Eso es kuombo, un “combo” entre todos nosotros y nuestros clientes.
Estoy seguro de que hoy no es la meta si no el principio. Hoy que estamos en el punto de equilibrio empieza lo bueno, lo que nos va a hacer disfrutar mucho más de todo lo que hacemos. Pero con mucha cabeza, con mucha templanza y con mucha unidad de equipo. Hay que seguir haciendo foco en lo importante, en los clientes, en el equipo, en la calidad de trabajo. El peligro y el riesgo siempre estará esperando a pillarnos desprevenidos.
Y durante este tiempo hemos conseguido demostrarnos a nosotros mismos que no es cuestión de hacer más horas, si no de aprovechar al máximo las que tenemos. Y además disfrutar de nuestros almuerzos, de nuestros cumpleaños de días libres y de nuestras barbacoas.
Hemos creado un estilo de vida que nos permite disfrutar de nuestro tiempo libre como a cada uno le guste más. Unos haciendo el gamba, otros paseando a sus mascotas, otros disfrutando con los amigos, otros creando, otros estudiando.
Pero cuando estamos juntos tenemos una misión, trabajar por nuestros clientes. Ese es nuestro estilo de vida, eso es ser #kuomber.
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(Derechos de foto de cabecera de fotolia)
Muchas gracias María 🙂
Recién llegada a este blog (y su mundillo pasión ecommerce) a partir de un taller en camon Alicante. Alienta leer post como éste, que relatan una forma de trabajar auto-aprendida, revisándose de manera continua y compartiendo el conocimiento (y es que en eso andamos varios!). Pero sobretodo el valor del equipo de trabajo, armar uno y que funcione en el tiempo es tarea ardua que sólo se consigue con la implicación emocional y el cuidado constante. Enhorabuena!
Gracias Lola, vi el post y os respondí. Me ha encantado, muchas gracias.
Jooo Eva, y yo orgulloso de lo que estás creciendo y haciendo crecer esta aventura :)))
Para mi, empezar en Logocomunica (actual Kuombo) fue toda una aventura, llevo más de dos años y la aventura no ha dejado de evolucionar, pero sigue siendo una aventura. Eso es lo que me gusta.
Me siento orgullosa de ser #kuomber, no por lo que hemos llegado a ser en el sector, sino porque me sale una sonrisa cada vez que pienso en todo este tiempo, y me siento afortunada.
Sólo puedo darte las gracias por confiar en mi 🙂